Cuando analizamos las causas de mortalidad de los emprendimientos en su etapa inicial de vida, aparece como una de las variables más relevantes la falta de oportunidad de negocio. Esto es, cuando no hay oportunidad en el mercado para su producto o servicio.

Existen una infinidad de motivos por los cuales un emprendimiento puede no tener oportunidad en el mercado. Sin embargo, hay una cuestión inicial que debemos plantearnos, el emprendedor ¿estaba trabajando sobre una oportunidad real y concreta o lo estaba haciendo simplemente sobre una idea de negocio?

En primer lugar, existe una diferencia importante entre ideas y oportunidades de negocio: las primeras son solamente eso, ideas, las segundas son ideas pero que satisfacen a un mercado y tienen clientes potenciales. Será por ello que ideas de negocios brillantes se nos ocurren diariamente, pero resulta difícil encontrar oportunidades de negocios.

Sin embargo, tener una visión creativa y generar buenas ideas no nos hace emprendedores, sino más bien soñadores. El emprendedor es una persona de acción, que modifica el entorno en el que se halla, capaz de inventar y transformar esas ideas o visiones en un proyecto real, atractivo, vendible y sobre todo rentable.

PASAR DE UNA IDEA A UNA OPORTUNIDAD DE NEGOCIO

Pablo Verdenelli, CEO y fundador de Infoxel, en una charla que ofreció a los emprendedores incubados de FIDE, hizo referencia al hecho de no quedarse sólo con la idea, dar un paso más. En ese sentido, enfatizó en el concepto de “fundir las ideas: realizar una fundición de muchas ideas y ponerlas a presión. Si resisten, funcionan”.

Para llegar a fundir una idea, debemos comenzar por la evaluación preliminar de la misma. Existen diferentes formas de evaluar una idea de negocio para determinar si puede convertirse en una oportunidad. Las diversas herramientas analíticas y conceptuales tales como el FODA, ETPO, árbol de decisión, etc., en definitiva nos llevan a preguntarnos una serie de cuestiones relacionadas a la viabilidad, sustentabilidad y escalabilidad de nuestra idea.

Podríamos resumirlas en seis preguntas;

¿Por qué existe la oportunidad ahora?
¿Es este el momento adecuado para cubrir esa necesidad?
¿Por qué otros emprendedores no la han detectado? Si la detectaron,
¿Qué tiene de diferente o innovadora nuestra idea?
¿Cuál es el nivel de inestabilidad o el entorno en el que se va a desarrollar la idea?
¿Esta idea será suficiente para sustentar la creación de una empresa?

PROFUNDIZAR UNA IDEA DE NEGOCIO

Si nuestra idea sorteó exitosamente las preguntas anteriores, la probabilidad de que estemos frente a una oportunidad de negocio que satisfaga el mercado y tenga clientes potenciales es mayor.

Obviamente, este ejercicio no es suficiente y mucho menos nos asegura el éxito. El paso siguiente, a fin de profundizar en nuestra oportunidad, es analizar el ambiente externo y las tendencias en las que se enmarca, indagando también sobre las variables que caracterizan los mercados en los que pretendemos interactuar con nuestro producto o servicio: el mercado del consumidor, del distribuidor, del proveedor y del competidor, tanto directo como indirecto.

En resumen, para evitar una de las principales causas de mortalidad de los emprendimientos en su etapa inicial, es importante basar nuestros esfuerzos sobre oportunidades reales de negocio, y no sobre ideas. Por ello, debemos analizar y evaluar exhaustivamente nuestra idea de negocio, con espíritu crítico, de forma tal que reforcemos nuestro olfato o intuición con información útil que nos permita un análisis lo más completo y abarcativo posible.